Un joven de veinte años, hoy, tiene que lanzarse a fondo por todos los caminos, aunque sólo sea para que no le salpique de lleno la desesperación. En consecuencia, A dos ruedas es un libro escrito en superdirecta, sin frenar en las curvas, acelerando hacia los obstáculos más peligrosos. Pero no es suicida. José Machado, a pesar de su juventud, ha sabido evitar todas las trampas de la velocidad extrema, utilizando mecanismos de salvación que sorprenden en un escritor novel. En primer lugar, la literatura y la buena prosa. En segundo lugar, el conocimiento profundo y vivido de las circunstancias en que tiene que moverse la gente de su generación. En tercer lugar, una esperanza que a veces se confunde con la ambición, pero que le vale para sobrevivir. A dos ruedas es una novela de un chico metido en un autobús desenfrenado, pero que no se pierde ni un detalle de lo que va pasando junto a las ventanillas. Terminando el recorrido, en la última página, el lector no tendrá sensación de final, sabrá que le han contado la vida como es, en estos días, para la generación más joven. Y, de paso, habrá descubierto que todavía pueden nacer nuevos escritores con el talento a toda máquina.