No sólo cada lector, sino cada tiempo tiene su Quijote y sus razones para que éste sea diverso del de otros tiempos. «¿Es aún posible una lectura virginal, adánica, del Quijote » se pregunta Francisco Rico. La respuesta es negativa, porque, en una medida superior a la de cualquier otro clásico, la obra maestra de Cervantes no se deja leer sino a la luz de cuanto en la literatura y en la historia ha venido después, y en especial no sin el filtro de las interpretaciones que en los últimos siglos la han flanqueado más tenazmente. El autor estudia aquí las etapas fundamentales en la trayectoria del Quijote, cuando de simple obra de entretenimiento se convierte en clásico de la literatura occidental, para ser después entendido, también, como emblema de la nación española y depósito de hondos mensajes, y parar al cabo en verdadera institución, es decir, en entidad con una presencia propia en la cultura y en la sociedad.