En la Escuela sin Edad, comandada por la entrañable anciana doña Paz, la materia de estudio son los cuentos que pescan sus singulares alumnos en el río de la vida. Todos los cuentos para uno, un cuento para todos. Los humanos no pueden vivir sin cuentos, forman parte de la historia vital compartida. Los cuentos, a diferencia de los análisis abstractos y los sesudos tratados filosóficos, llegan a todos los públicos. Su esencia está a disposición de cualquier persona que quiera leer sin rehuir el pensamiento crítico. A veces, por arte de birlibirloque, unas «pequeñas palabras» se convierten en unas palabras grandiosas que hacen las delicias del lector. A veces, quizá en estas Pequeñas palabras. «Quinientas doce oportunidades de aprovechar cualquier momento del día para hacer un alto en el camino, y deleitarnos con otras tantas estampas de la vida cotidiana que nos permiten reflexionar sobre las cosas realmente importantes de la vida, cosas como la importancia de la imaginación, la esperanza, la tolerancia, el amor en todas sus facetas, el paso del tiempo (no como un signo de decrepitud, sino como enriquecedor de la persona), el afán de superación, o la muerte como parte inseparable de la vida, no como el final de la misma.» María Luisa Muñoz