El Saco de Roma de 1527, la toma y saqueo de la capital de pontificado y el cautiverio del papa Clemente VII por las tropas del emperador Carlos V, es un hecho histórico central para el desarrollo posterior de la política, la teología e incluso el arte en el mundo moderno. Algunos historiadores hablan de una consagración, más o menos intencionada, de los cambios que se avecinaban ante la naciente Reforma religiosa en Europa, que se resume en este aserto: “Roma ante el banquillo de Dios”. Sin duda, este fue un acto central de las constantes tensiones de poder entre el papa y el emperador. En España, la historiografía tradicional lo ha considerado más bien como un accidente nefando por sus implicaciones anticatólicas, por el aplauso de la élite reformista de aquel momento en España, por la clara impronta profanadora del saqueo; y se ha deshecho en argumentos apologéticos y disculpatorios de la actuación de la monarquía hispana en el suceso. Quizás por ello y por las diversas polémicas sobre el acontecimiento, lo cierto es que el Saco de Roma no es un hecho bien conocido. Estas Memorias del Saco de Roma, realizadas por el historiador y archivero Antonio Rodríguez Villa en 1875, son una auténtica joya histórica y de la historiografía. Se trata de un ejemplo de “la historia en sus documentos” como pocas veces se ha hecho. Gracias a esta colección de documentos, especialmente correspondencia del momento, conocemos de primera mano todos los hechos. De alguna manera, todos los documentos, algunos en cifrado, nos relatan paso a paso y cronológicamente el detalle de los antecedentes y del hecho histórico en sí por parte de sus propios protagonistas. Hay que anotarle al compilador el gran mérito de disponer la documentación de forma que la viveza de las comunicaciones y el transcurso de los hechos nos sitúan ante un auténtico y vívido relato del Saco de Roma, ante un documental narrativo, a veces, casi ante una novela epistolar. Rodríguez Villa incorporó contextualizaciones para situar al lector de cada paso en el conjunto de los hechos. De esta forma, el transcurrir de los documentos ofrece al lector la posibilidad de adivinar sobre las causas históricas e hilar incluso con claves psicológicas del momento, según quién hable y qué se diga. Además, incorporó un apéndice con algunas referencias literarias clásicas al propio saqueo.