El novelista portugués Eça de Queirós fue, entre otras muchas cosas, un inventor de heterónimos y fantasmas literarios. Este libro da origen a uno de ellos, Fadrique Mendes, un poeta culto y aventurero de finales del siglo XIX a quien el autor adora. Este clásico de la lengua portuguesa relata las aventuras de Mendes y su amistad y supuesta correspondencia con Queirós. Se trata sin duda de uno de los libros más bellos de la historia de la literatura.