Todas las mujeres se publicó por primera vez en 1989, hace exactamente veinte años. Su autor utilizó el lenguaje con el que de niño clasificaba las películas para decir que se trataba de una novela de amores y de risas. Pero sin restar verdad al hecho innegable de que Conget explora en ella algunos de los conflictos esenciales de la pareja y de que el humor ocupa una parte importante de sus páginas, hoy podemos apreciar, con la melancolía que presta el tiempo, cuánto hay en este libro de generacional: la represión escolar, las timoratas iniciaciones sexuales, el recuerdo de determinado tebeos y determinados libros, el compromiso o descompromiso político. Y sobre todo el cine: en la novela se cuenta la vida de un individuo a través de siete sesiones cinematográficas. Películas, sueños y erotismo constituyen la trama de una historia que no aspira a la grandeza épica sino a reproducir el temblor de algunos barrios perdidos de la memoria.