«Hacía tanto tiempo que no se sentía tan triste. Una tristeza así, que parecía que provenía de más allá del inicio de la vida, era como el presentimiento del tiempo en que dejaría de existir».
Un escritor despierta en un cuarto amplio con grandes ventanas que dan al mar, una habitación blanca y tranquila de la que no puede salir. Está en un hospital psiquiátrico en Grecia y no recuerda nada, pero en su mesita de noche encuentra un manuscrito que explica cómo llegó hasta ahí. Había pasado varios días deambulando por Atenas, empeñado en traducir unos antiguos documentos protegidos por dos hermanos siniestros y conversando sobre la vida después de la muerte con un vagabundo vestido con túnica de filósofo en pleno invierno.
Cuando finalmente mejora, su psiquiatra decide mandarles a él y a un viejo conocido a investigar una religión antiquísima y perseguida que predica la migración de las almas. En ese ámbito del mundo cabría volver a creer en la vida eterna, pero el amor de la joven Jaín puede poner en riesgo hasta la mente más cuerda.