Bigelow tiene una obsesión: la meteorología. Es 1915, y la posibilidad de que Estados Unidos entre por fin en la guerra ha acelerado la construcción de un ferrocarril para transportar el carbón y los diamantes de Alaska. Pero el ritmo de los trabajos dependerá de una acertada previsión del tiempo, y Bigelow parte hacia Anchorage. Nada lo ha preparado para la soledad de esa ciudad ni para su encuentro con la solitaria aleutiana, descendiente de los antiguos pobladores de la península, con quien comienza una extraña relación. Ella nunca habla, tal vez porque todo lo que ella quiere decir lo expresa con su sexo. Bigelow ahora tendrá dos obsesiones: la meteorología y la mujer de nieve...