Tibio, soso, lánguido, plano... Para ponderar, como es debido, la aspereza del mundo rural; ya tenemos al maestro Delibes o la sólida prosa de Julio Llamazares. No cala, no prende, no llama. Se queda en una pírrica superficie. Perales podrá ser un excelente letrista y compositor de canciones, pero para escribir buenas novelas se necesita más constancia y mucho más desgarro. No vale sólo con asomarse, sino que hay que mojarse y tirarse al barro como el que amasan en el alfar sus hieráticos personajes.
hace 6 años