Un niño corre desnudo y muerto de miedo por el campo toscano. Se llama Fosco y ha logrado escapar de su secuestrador. Pocos días más tarde desaparece otro niño, Andrea. Solo tiene doce años y el hombre que se lo ha llevado de su casa ha matado a cuchilladas al padre. El SCO (Servicio Central Operativo, el equivalente al FBI italiano) pone al frente del caso a su comisaria más joven, Valentina Medici, que se traslada de inmediato a la zona. Los dos niños no se conocen y no tienen nada en común, salvo un detalle extraordinario: se parecen mucho, tanto que podrían ser gemelos. Los investigadores tan solo cuentan con una pista sobre el captor: se trata de un hombre musculoso con el pelo blanco y una sonrisa gélida. El asesino va sumando desapariciones y cadáveres entre sus víctimas, y no solo niños con lo que la pista de la pedofilia se abandona.
Valentina no cuenta con muchos apoyos entre los miembros de su equipo, pronto descubre que solo puede confiar en Fabio Costa, un experimentado policía de pasado oscuro relegado a una insignificante comisaría de provincia. A medida que pasa el tiempo los enigmas se hacen más indescifrables, Valentina se da cuenta de que el artífice de los delitos responde a una obsesión morbosa, una mente criminal perturbada que juega a transformar sus locuras visionarias en realidad.