Genial Kawabata, como siempre. Esta historia hilvana en una sencillas líneas todo el candor del hombre en su etapa de vuelta con la sensibilidad destapada en la piel de la hermosura juvenil.
hace 4 añosNo debía hacer nada de mal gusto, advirtió al anciano Eguchi la mujer de la posada. No debía poner el dedo en la boca de la muchacha dormida ni intentar nada parecido. Había esta habitación, de unos cuatro metros cuadrados, y la habitación contigua, pero al parecer no había más habitaciones en el piso superior; y como la planta baja resultaba demasiado reducida para alojar huéspedes, el lugar apenas podía llamarse una posada. Probablemente por que su secreto no lo permitía, el portal no ostentaba ningún letrero. Todo era silencio. Tras serle franqueado el portal cerrado con llave, el viejo Eguchi sólo había visto a la mujer con quien ahora estaba hablando. Era su primera visita. Ignoraba si se trataba de la propietaria o de una criada. Era mejor no hacer preguntas. La mujer, baja y de unos cuarenta y cinco años, tenía una voz juvenil, y daba la impresión de haber cultivado especialmente una actitud seria y formal. Los labios delgados apenas se abrían cuando hablaba. No miraba a Eguchi con frecuencia. Algo en sus ojos oscuros minaba las defensas de éste, y parecía muy segura de sí misma. Preparó el té con una tetera de hierro sobre el brasero de bronce. Las hojas de té y la calidad de la infusión eran asombrosamente buenas para el lugar y la ocasión –con objeto de tranquilizar al viejo Eguchi. En la alcoba pendía un cuadro de Kawai Gyokudö, probablemente una reproducción, de una aldea de montaña al calor de las hojas otoñales. Nada sugería que la habitación albergara secretos insólitos.
Genial Kawabata, como siempre. Esta historia hilvana en una sencillas líneas todo el candor del hombre en su etapa de vuelta con la sensibilidad destapada en la piel de la hermosura juvenil.
hace 4 añosIncreíblemente hermosa, sin caer en el snobismo ni la pretensión. La historia, aunque controvertida según los cánones sociales de nuestro tiempo, logra conjugar de forma maestra tópicos humanos tan profundos como el amor, la vejez, la soledad, el sexo y la muerte, sin llegar a resultar agobiante ni tampoco dar la sensación de que ha quedado inconclusa. Definitivamente entra en mi lista de cinco libros favoritos.
hace 4 añosEste libro comparte con "El retrato de Dorian Gray" el explicar lo estético mediante una historia. En este caso, no hay romanticismo alguno, tan solo una belleza que choca en las líneas con la fugacidad de la vida, la tirsteza, la vejez, el amor perdido. El protagonista revive mediante las mujeres partes de su vida, además de reflexionar sobre esta. La narración es preciosa, pocas veces te encontrarás con libros tan bellos como este.
hace 5 añosUn libro diferente a lo habitual. Un "meneillo" a nuestro cerebro, a nuestra cultura y a nuestra educación. Con sabiduría el autor nos lleva a su terreno.
hace 6 añosSin duda, la literatura japonesa muestra una identidad inconfundible que en este libro queda patente del principio al final. En las tres historias destaca la sensibilidad e incluso el lirismo de sello oriental que un lector occidental quizás no esté en la mejor posición para apreciar. No obstante, el relato posee un fondo indudable y llega a entretener.
hace 7 añosDemasiado corto para desarrollar la idea, pero lo suficientemente sustancial para enganchar en tres páginas. Evocar el pasado en aquellas mujeres fue el toque para vincular al lector a un mundo aparentemente más amplio
hace 8 añosEs un libro íntimo, en el sentido que las reflexiones del protagonista sobre amor, erotismo y placer son internas, intimistas , escritas desde la perspectiva de un anciano y seguramente con una carga cultural oriental notable. En realidad lo he terminado porque es cortito pero no es de mis lecturas favoritas.
hace 10 añosMe ha gustado mucho este libro, transmite belleza y a la vez una extraña incomodidad y desazón. Cuenta la historia de una casa donde los ancianos pagan por dormir con jovencitas, ellas están narcotizadas y no se enteran de nada, pueden tocarlas, pero no deben de llegar más allá. El protagonista hará un recorrido por su vida, cada muchacha con la que duerme evocará diferentes momentos, sensaciones y reflexiones. Está plagado de un intenso y extraño erotismo muy propio de la cultura japonesa. Lo recomiendo para experimentar diferentes y contradictorias sensaciones.
hace 12 añosEl autor nos transporta, de la mano del viejo Eguchi, a conocer la casa de las bellas durmientes, un lugar singular al que acuden ancianos para acostarse al lado de muchachas jóvenes que no despertarán. En sus visitas, el protagonista, de sesenta y siete años, deja libre su imaginación y pensamientos, y recuerda también pasajes de su vida relacionados con mujeres. Es una mezcla sensacional de belleza, sensualidad, erotismo, nostalgia, reflexiones sobre la vejez, la vida y la muerte. Una novela intimista, envolvente, tremendamente sencilla, pero brillante. El prólogo de la novela ("Velando su sueño, trémulo"), de Vargas Llosa, es también muy bueno.
hace 13 añosUn libro sencillo y de buen gusto. Situado en un escenario afable típico de la literatura japonesa de aquella época. En ocasiones redunda un poco en el hecho de la autodestrucción, la muerte y el por que del dormir de un anciano junto a una bella durmiente, pero no deja de ser sútil y erótico.
hace 13 añosUn libro imprescindible, para mi gusto. Tiene un estilo para contar el erotismo del momento que muestra, que me engancho. Sin lugar a dudas, un libro que releere en unos años, y que es muy posible que me guste aun mas.
hace 15 añosEn mi parecer personal, mi novela (corta) favorita de entre todo lo que he leído, así que no hablaré más de La Casa de las Bellas Durmientes por no enredarme en una sucesión de elogios e hipérboles. Simplemente, lo recomiendo mil veces.
hace 16 añosUna buena forma de adentrarse en el sutil mundo erótico de los japoneses. Un libro muy recomendable, sin mostrar prejuicios ni la hipocresía tan de moda últimamente.
hace 16 años