A través de una prosa exuberante, donde las palabras parecen abrazar la resistencia contra cualquier convencionalismo, Marcelo Cohen demuestra ser un autor incopiable. Su estilo, que a veces podría recordar a Thomas Pynchon, se convierte en único al introducir un tiempo y un lugar que puede ser cualquiera o ninguno, y al desarrollar tramas que semejan inconexas, o virtuales, u oníricas o simplemente surrealistas. La novela es compleja por todo esto y exige el esfuerzo que algunos genios demandan a sus lectores por veces masoquistas.
hace 7 años