Con un tono intimista y sincero, que nos envuelve desde el principio, la autora nos ofrece con esta novela una lección conmovedora, y despliega toda una hermosa historia de amor y de pérdida. Dos ejes que atraviesan la narración para ofrecernos el retrato de un hombre que nunca se liberó de los fantasmas de la infancia y del abandono y que lleva el desencanto inoculado como una enfermedad. Un asesino motivado por el acto de amor más absoluto y ruin. Él mismo, dice: «Tendría que explicar, que desde aquel día, desde ese agujero que hizo mi padre en la trastienda, dejé de crecer. Ese hueco levantó una enorme trinchera entre la vida y yo».