El marketig publicitario intenta condicionar nuestros hábitos de consumo tratando de influir en la sociedad sin que los ciudadanos seamos conscientes de ello. Octave, publicitario francés, comienza la narración contando en primera persona su hastío con respecto al mundo del que forma parte, intentando torpedear desde dentro el funcionamiento de su agencia de publicidad para así conseguir ser despedido. Conforme avanza la novela, el hilo argumental pasa de la primera persona a ser narrado también en segunda y en tercera, a fin de proporcionar al lector dos puntos de vista distintos al de su protagonista, dando a sí libertad a cada uno para sacar sus propias conclusiones. Desde ese momento, se muestra la hipocresía de quien critica las miserias de un negocio del que se beneficia a diario y las contradicciones de los manipuladores del marketing, que terminan siendo víctimas de su propia farsa. Beigbeder, en la línea de la prosa ácida y descarnada Michel Houllebeck, sigue el camino de su maestro convirtiéndose en otro notario incómodo de las bajezas de la Francia actual. www.antoniocanogomez.wordpress.com
hace 3 años