Una mujer, la Polaca, sitiada con sus hijos y un pequeño grupo de resistentes. Su compañero, el Capitán, ha partido por vituallas y aguardan su regreso, cada vez con menos esperanzas. Los fundamentalistas —no sabemos exactamente quiénes son, aunque sí sabemos lo que son— han despedazado el mundo que conocemos y rodean la casa. Permanece cerrada, pero los sitiados pueden oír afuera la amenaza, los gritos en la noche, las uñas de los perros, los sacrificios. Mientras espera el desenlace ella construye con su voz un relato de amor desesperado, de rabia y de muerte. Con un lenguaje, duro y febril, Últimos días en el Puesto del Este resulta un retrato poderosamente lírico de nuestros días, una metáfora de la hecatombe que la crisis ha instalado entre nuestras certezas. «¿Digo que la leí de un tirón y que se me pusieron en los ojos lágrimas de emoción en las últimas páginas y que a la vez ese desenlace me dio miedo? ¿Digo que llegué a querer y, por supuesto, admiré a la protagonista? ¿Digo que todos somos el Capitán? (…) No. Sólo les pido que si se consideran lectores del siglo XXI y creen en la literatura de resistencia ideológica y están interesados en las novelas que hacen preguntas hondas que da miedo responder, ésta es su novela.» Fernando Marías.