Pocos días antes de morir, Rocío Jurado le dijo a su amigo Antonio Burgos, cuando la visitaba por última vez en su casa de La Moraleja: «Ahora ya, en cuanto me ponga una mijita mejor, te vas a venir una semanita con Isabel, tu mujer, a Yerbabuena, y allí verás tú cómo te cuento todo lo que quiero decirte para ese libro que tenemos que hacer y que yo no quiero que escriba nadie que no seas tú. Verás tú qué libro más bonito nos va a salir...». La muerte impidió aquel relato en primera persona, al modo como el escritor reconstruyó en otros libros la vida de Curro Romero o de Juanito Valderrama. Por eso esta «historia sentimental» es el pago de esa deuda de amistad y gratitud del autor con la cantante: el libro que Rocío Jurado quería que le escribiera Antonio Burgos. Sus páginas reconstruyen los recuerdos de cuanto a lo largo de los años, en la cercanía de la amistad, le fue contando la artista sobre su vida y cuanto junto a ella pudo observar sobre su modo de ver el mundo y de entender el arte. Más que una biografía al uso o un estudio sobre su inmenso y diverso repertorio artístico, este relato novelado es un tributo de homenaje, en el que la personalidad y la calidad humana de la artista, por encima del mito de la estrella, quedan cercana y entrañablemente reflejadas en sus anécdotas, en los rasgos de su personalidad arrolladora, en su entorno familiar, en sus recuerdos de niña de Chipiona o en su inconfundible gracia y su fuerza a la hora de contar historias y de evocar todo un tiempo de España. El libro se complementa con una selección antológica de las canciones que marcaron la carrera artística de la Chipionera: casi cien letras escritas para ella por autores como Rafael de León, Manuel Alejandro, José Luis Perales o Juan Pardo, entre otros muchos, así como los clásicos del cante flamenco y de la copla que Rocío Jurado recreó con su personal estilo y con el poderío de su voz.