La tecnología digital es un tema que lo ocupa todo. Nos ha obligado a repensarlo todo, en cada ámbito, al cambiarnos el modo en que conocemos y nos comunicamos. Pero de la literatura que ha generado internet o la informática, la que ha tenido mayor repercusión en la opinión pública es la de los intelectuales que se han mostrado más reacios, con una actitud defensiva o escéptica o molesta por los cambios que prevén o que ya se han visto obligados a introducir en sus rutinas. Una posición, por lo general, poco o mal argumentada, que parece responder más al cansancio, a sentir que han llegado tarde, sin ganas de remangarse, que a la indignación o a una preocupación seria. No han buscado tanto cargar el debate con las amenazas de la implantación sin resquicios de la informática como zanjarlo en sus primeros tanteos, cerrarlo en falso, nostálgicos o pusilánimes. Una reacción que sirve de pie para estos ensayos que reflexionan sobre los distintos rostros de esta tecnología desde la filosofía y la literatura.