Tras la Liberación, los intelectuales franceses regresaron al frente de la Historia. Pero las ideas políticas y las pasiones de estos intelectuales acabaron resultando polémicas. En Pasado imperfecto, Judt analiza los conflictos más controvertidos de esta comunidad intelectual: cómo responder a la promesa y a la traición del comunismo, y cómo mantener un compromiso con esas ideas radicales frente a la hipocresía de la Unión Soviética de Stalin, de los nuevos estados comunistas de la Europa del Este y de la propia Francia. Para toda una generación, esto fue un grave dilema moral, sus respuestas fueron condicionadas por la guerra y la ocupación, y las opciones políticas de la postguerra permanecieron inquietantes en la conciencia de las generaciones posteriores de intelectuales franceses. El análisis de Judt va más allá de los escritos de las personalidades «existencialistas» como Jean-Paul Sartre, Albert Camus o Simone de Beauvoir, e incluye a una amplia comunidad intelectual de filósofos católicos, periodistas no alineados, poetas y críticos literarios, y comunistas y no comunistas por igual. Pero los dilemas intelectuales de la postguerra continúan. Los intelectuales franceses no han aceptado del todo el sentido de la «irresponsabilidad moral» de entonces. El resultado, según Judt, es una herencia de confusión que ha perjudicado a la categoría cultural de Francia, sobre todo en relación con la antigua Europa del Este y su liberación, y que reflejó la gran dificultad de la nación para afrontar su propio pasado ambivalente.