Jerusha Abbot era una joven de 17 años que vivió toda su vida en el Hogar John Grier, un orfanato muy anticuado. Era la mayor de todos los huérfanos y, a pesar de que debería haberse marchado de allí luego de cumplir 16, había conseguido permiso para quedarse, a fuerza de trabajar muy duro ocupándose de los niños más pequeños y de infinitos quehaceres. Un día, la directora del Hogar pidió hablar con Jerusha. En su camino hacia la oficina, la protagonista pudo ver la sombra de uno de los Síndicos (los que mantenían económicamente al orfanato), que ya estaba a punto de marcharse. En su sombra, las piernas se proyectaban tan largas, que ella pensó que se trataba de un verdadero “Papaíto Piernas-Largas”. Ya con la directora, Jerusha recibió la noticia: el Síndico que acababa de ver había decidido enviarla a la Universidad para que se convirtiera en escritora, tras leer una historia de la joven”. Él costearía los estudios y brindaría a la joven una importante mensualidad, pidiendo a cambio solamente una carta mensual de Jerusha, donde contaría sus progresos en los estudios y sus actividades cotidianas