Impresionante novela, que te atrapa desde sus primeras páginas, catalogada como Ciencia Ficción, tiene abundantes trazos de distopía. Presenta la vida de los supervivientes de una guerra nuclear que deja inhabitable gran parte del planeta, tanto por su alto grado de radioactividad como por los mutantes que se han apoderado de ella. Ambientada principalmente en la ciudad de San Petersburgo, los supervivientes de la hecatombe viven en las distintas estaciones de la red del metro, errando por el subsuelo y pensando que ya están muertos, que no existen desde hace 20 años, y que son como espíritus que no han hallado reposo.
Cada estación está dotada de una diferente atmosfera, así como de las propias ideologías de los grupos de humanos que las habitan. Interesantes descripciones del miedo, de las reflexiones y de los sentimientos que acompañan en todo momento a su principal protagonista, un niño huérfano de 12 años, al que ha hecho suyo el líder de una expedición creada para ir en busca de nuevas y seguras tierras. Los personajes secundarios que los acompañarán en su salida al exterior, están dibujados con gran maestría, el escritor consigue crear un grupo variopinto que todavía no han perdido la esperanza de encontrar una zona exterior habitable. Para ir en su busca se alejarán de la seguridad del subsuelo para encontrar la luz que han visto brillar en algún lugar de la inhóspita tierra. Historia que te sabe a poco y desearías que no terminara. Por suerte hay dos nuevos títulos que siguen la saga. En este caso considero indispensable leerlos por orden de publicación. (L.O.C.)