El 28 de agosto de 1947, Manolete, el más grande de los toreros al decir de sus admiradores y, a la vez, el más criticado, debe lidiar en Linares, ciudad jienense de gran tradición taurina. Es un hombre al borde de su límite físico, agotado por el ritmo que se le ha impuesto, fustigado cotidianamente por la prensa, con la presión de un público más insatisfecho cada día, además, enfrentado a la rivalidad de un joven y gran matador que lo desafía descaradamente: el bello Luis Miguel Dominguín. Y para colmo de sus tribulaciones, está ante un dilema terrible entre la pasión que le inspira una agobiante actriz divorciada, Lupe Sino, y la veneración por su madre, la siempre severa doña Angustias. Acaba de cumplir treinta años.