Libro muy triste. Narra la historia de tres personajes. Un profesor de literatura de un colegio privado al que le quedan dos años para jubilarse, que vive entre las fantasías de su literatura creyéndose acompañado por sus versos pero que va descubriendo que está sólo. No sabe si quiere compañía o no, vive en un estado irreal. Pero en el fondo es infeliz en ese estado y sin saber muy bien hacia donde ir. Un profesor de historia del mismo colegio que dejó su pueblo para estudiar en la ciudad y que también está sólo atrapado por los remordimientos de su pasado, de su tormentosa relación con las mujeres, con la secretaria del colegio. La cual también vaga en el mundo asqueada de su trabajo y sin saber a quién o a qué agarrarse. Otros dos personajes solos y tristes que no saben qué hacer. Un amigo del profesor de historia recién divorciado y con un hijo que ahora vive en casa de su amigo y que su vida ha sido una continua mudanza de casas que han simbolizado cambios de personas. Su matrimonio pensó que sería la última pero no, y ahora está en casa de su amigo hasta que tenga que hacer al próxima. Está cansado de todo pero no sabe tampoco hacia donde tirar. Todos los personajes tienen la sensación de que todo lo que han vivido ha sido una repetición, un sucesión de hechos, de situaciones que siempre han terminado igual y se han vuelto a repetir y al final siempre han acabado sólos, perdidos, con sus esperanzas rotas, sus sueños frustrados, ya no saben que hacer y se van abandonando a la autocomplacencia de que nada bueno les esperará al otro lado de cada uno de esos puentes que cruzan continuamente que en el fondo todo acabará igual. Con otro puente roto. A lo largo de la novela van destrozándose y enderezándose sus vidas y la novela no tiene un final claro, simplemente cruzan otros puentes y otros se vislumbra que cruzarán pero tampoco hay ninguna señal de que sus vidas vayan a cambiar mucho y que consigan la paz de alma que tanto anhelan. Y en este cruzar puentes al mismo tiempo que ellos ahondan en su infelicidad van destrozando la de otros que desean cruzar puentes junto a ellos pero que ellos no se dejan coger la mano. Tal vez esa mano los podría salvar, o tal vez sería otro puente que terminaría cayendo también. La verdad es que cuando no se tiene ni esperanza, ni ilusión de que nada vaya a cambiar ya no sabe uno si asir una mano o seguir sólo. Total uno piensa que haga lo que haga el resultado final volverá a ser el mismo que lleva siendo hasta ahora.
hace 8 años