Diana es vigilante en el Louvre y cada día pasea por sus salas, rendida a la belleza de las obras que allí se exponen y con las que ha adquirido la costumbre de hablar y relatarles los pormenores de una vida que se ha instalado en la rutina, muy a su pesar. Un día desembarca en el museo una exposición temporal sobre Courbet que provoca una fascinación inmediata y poderosa en ella. Pero Diana no está sola en esta obsesión, ya que junto a las obras del gran maestro del realismo llegan también visitantes novedosas para la vigilante del Louvre entre las que se encuentra Claudette, una enigmática rubia que, cargada con su violonchelo, asiste fiel a su cita diaria con El origen del mundo, e Isabelle, una hermosa mujer de cabello rojo intenso, cuyo destino ha sido marcado en gran medida por la modelo retratada en dicho cuadro y de la que conserva su diario como su más preciada posesión.