James Lovelock —autor de la La venganza de la Tierra, Planeta, 2007— pone sobre la mesa las pruebas de un futuro poco esperanzador para nuestro planeta. El polémico científico creador de la teoría de Gaia —que considera la Tierra como organismo vivo que se autorregula en pos de su supervivencia— presenta aquí una verdad aún más incómoda que la de Al Gore. Ninguna acción humana tiene la capacidad de reducir las consecuencias con la rapidez suficiente, ni siquiera para frenar el cambio climático. Sin embargo, la civilización tiene el deber de sobrevivir en los pocos refugios seguros que existen —en los extremos del norte y del sur, en islas como Gran Bretaña y Tasmania—libres de la sequía que se apoderará de la mayor parte de la Tierra. Las predicciones de este científi co son muy convincentes, aunque a más de uno le horrorizará su afi rmación de que puede ser necesario que el hombre abandone la democracia para enfrentarse de un modo adecuado al desafío.