William Boyd es un verdadero camaleón literario. Su trayectoria abarca desde las novelas urbanas y sorprendentes (Armadillo, Tormentas cotidianas), pasando por las coloniales (Un buen hombre en África, La tarde azul) hasta su más reciente aventura con una secuela de James Bond. Es un escritor que bordea la etiqueta de comercial, pero al tiempo no se puede negar que sabe contar una historia. Ésta en concreto es un bello ejercicio. Comienza en Los Ángeles en forma de misterio, para rápidamente cambiar y centrarse en la vida de Salvador Carriscant, un médico hijo de escocés y filipina descendiente de españoles. Salvador vive y ejerce en la Manila de principios del siglo XX, infelizmente casado. Allí conoce y se enamora de la mujer de un coronel americano. La trama mezcla lo policíaco, lo histórico, el costumbrismo y lo simplemente romántico. La parte más poderosa de la novela es la que cuenta la vida de Salvador en Manila, su visión moderna de la medicina frente a sus atrasados colegas locales. Su relación con los nuevos colonizadores americanos, los contrastes entre estos y la sociedad tradicional filipina. Y sobre todo su deseo de escapar y dejar atrás su vida en Filipinas, para lo cual idea un plan inverosímil. La estructura del libro es imperfecta, tanto el comienzo como el desenlace parecen no tener un hilo natural con el núcleo de la historia. Pero la prosa de Boyd compensa ese defecto, la historia es densa, su descripción de los personajes y las calles de Manila es colorida, detallada. La mención al color en el título no es casual, efectivamente Boyd busca darle a su Manila un ambiente particular. Una buena manera de iniciarse a las novelas de Boyd, en especial a sus personajes protagonistas masculinos, imperfectos, impredecibles, normalmente erráticos pero con un punto de genio.
hace 9 años