Caín Álvarez, cabo de la Guardia Civil, acude con la patrulla a Candasnos, un pequeño pueblo de los Monegros, por una llamada de los vecinos que afirman escuchar gruñidos aterradores en la antigua balsa romana.
Al llegar, un animal enorme les ataca y huye, dejando en el agua un brazo amputado. Caín descubrirá que no es la primera víctima de extraños ataques de animales en la zona.
En Barcelona, Vera es despedida tras publicar un artículo en el que denuncia la mala praxis de Semilia, una empresa de semillas transgénicas ubicada en Candasnos. Dispuesta a llegar hasta el final, decide viajar al pueblo para continuar su investigación y sacar a la luz los secretos de la empresa.
Cuarenta años antes, Calixta presencia un hecho terrible en la casa de los caciques del pueblo. Tras quedar viuda, viaja a Barcelona e inicia una carrera como vedete en El Molino, pero no puede huir de la maldición que la persigue.
Estas son las tres historias que conforman La ley del hambre, la nueva novela de Ana Ballabriga y David Zaplana. Una novela en la que Candasnos, un pequeño pueblo de la España vaciada, resulta el epicentro de una oscura red de misterios y secretos.
Si algo me gusta de los autores es su versatilidad, su habilidad para mezclar géneros literarios en sus libros. En esta ocasión han optado por un thriller con un punto de fantasía oscura.
La novela está ambientada en el pueblo natal de Ana Ballabriga. Gracias a las historias que familiares y vecinos le han contado a lo largo de su vida, nace este libro que han tardado seis años en escribir. El resultado es una novela perfecta que, como viene siendo habitual, te engancha desde las primeras líneas.
El libro no solo nos habla de la manipulación genética, como se deja entrever en la sinopsis editorial, sino también de la lucha de clases, de los entresijos del mundo del espectáculo y de la lucha de las mujeres por su independencia.
Los descubrimientos de Vera son esenciales para el desarrollo de la trama, pero el alma de la novela reside en Caín y Calixta. Él es un hombre atormentado que deberá elegir entre hacer cumplir la ley o hacer justicia. Ella, que ha luchado toda la vida contra el infortunio, solo aspira a ser feliz en su vejez tras años y años de penurias.
La ley del hambre es una novela que terminas con una sensación de desasosiego, preguntándote si algo de lo que has leído puede convertirse en realidad en un futuro cercano. Y ese desasosiego aumenta cuando llegas a la nota de agradecimiento y compruebas que buena parte de lo que se narra en la novela es real y está documentado.
Agarrad un buen abrigo y sumergiros en la niebla de Candasnos. Pero estad atentos porque cualquier cosa puede pasar en ese pueblo aparentemente tranquilo... (Ana García, 26 de abril de 2023)