“La hija de la luna”, de Toti Martínez de Lezea, es una preciosa novela juvenil ambientada en Zugarramurdi y protagonizada por Madalen, una niña que vive junto a su madre en una cabaña, donde subsisten con lo que recogen del bosque. Su pacífica existencia se trunca cuando el abad de San Salvador y el licenciado Don Juan del Valle Alvarado, enviado por el Santo Oficio, acusan a varios vecinos de practicar brujería. Estevanía, la madre de la protagonista, es uno de los acusados. Una novela muy mágica que, además de relatarnos los terribles juicios a los que se sometió a humildes campesinos bajo acusaciones sin fundamento, nos habla de una tierra en la que siempre han convivido antiguas tradiciones, el catolicismo y el culto a antiguos dioses. Todo ello narrado en forma de viaje iniciático, que cambiará a Madalen para siempre. Por varios motivos me ha resultado una lectura muy especial: por haber estado en esas tierras hace menos de un mes y porque el libro lo compré en el museo de la brujería de Zugarramurdi: un lugar que defiende la memoria de quienes murieron injustamente en la hoguera.
hace 6 años