Somos hijos de lo cotidiano, y bienvenido sea. Pero de vez en cuando, nuestra alma de raíz vagabunda necesita que el roce de lo excepcional la despierte. Necesita sentir que la posibilidad de la hazaña, de la gloria, de lo inmenso, rodea ese cuenco cotidiano de la vida y le da el alimento fugaz de los sueños. Aquí tienen el relato de un mes mágico, de un sueño realizado tras toda una vida de espera. Con su prosa profunda y bella, Manuel Juliá convierte el fútbol en un latido vigoroso. Los que amamos este deporte hallaremos en esta obra un riguroso termómetro de nuestras pulsaciones a lo largo del Mundial. Sean bienvenidos a este viaje con destino a la Gloria.