Los dioses quisieron que Kengi naciera campesino en la tierra de Sumer. Pero Kengi tenía un sueño: llegar a ser escriba. Sólo así podría descifrar aquellos extraños signos que contenían las tablillas de arcilla, sólo así podría descubrir la magia de las palabras. Sin embargo, nunca un campesino, en toda la historia de Sumer, lo había conseguido…