Cuando John Marr and Other Sailors. With Some Sea Pieces vio la luz en 1888 en una tirada de veinticinco ejemplares, su autor, Herman Melville, no esperaba mucho de los caprichos del público lector, las veleidades de la crítica o el supuesto buen criterio de los editores. Aquella edición semiprivada llegó a tener una breve reseña periodística, en la que melancólicamente se afirmaba que, cuarenta años antes, "no había autor americano de más alta reputación que la de Herman Melville"; lo que era un modo de decir que esa reputación ya no rayaba tan alto, y que el autor en cuestión había caído poco menos que en el olvido. De hecho, que Melville no hubiese escrito prácticamente otra cosa que poesía en los treinta años previos era consecuencia del temprano descarrilamiento de su fortuna literaria. Después del éxito de su primer libro, Typee (1846), que le proporcionó esa envidiable reputación de la que hablaba la caritativa reseña de 1888, la estrella de Melville no hizo otra cosa que declinar, y ese declive quedó definitivamente consumado cuando, tras el fracaso comercial y crítico de Moby Dick (1851) y Pierre (1852), la editorial Harper & Brothers rechazó su siguiente manuscrito, The Island of the Cross, que no se ha conservado...