Un niño se pregunta por qué ha dejado de ser invisible. SI pudiera volver a desaparecer no tendría que responder las preguntas que ve en los ojos de su madre mientras está con él en el hospital. “Invisible”, de Eloy Moreno, desgrana el drama que vive un niño en un centro escolar; una historia de la que es imposible salir indemne. Llega un momento en que el dolor de este niño es tan inconmensurable que eres tú quien lo siente. Utilizando la fantasía como motor narrativo, el autor nos desvela las terribles consecuencias del acoso escolar: el dolor, el miedo y la soledad. También el silencio de quienes pueden tomar medidas y no hacen nada: la directora del colegio, preocupada únicamente porque no bajen los ingresos del centro; profesores que prefieren oír, ver y callar; y compañeros de clase que comparten los vídeos y burlas porque es mejor reír las gracias que convertirse en víctimas. Solo intentará ayudarle una mujer con un dragón tatuado en la espalda. Y lo hará porque para ella ese niño no es invisible; entiende su dolor y su miedo como nadie. Será ella quien obligue al lector a reflexionar sobre ciertos comportamientos a los que no damos importancia, pero que causan un enorme que en ocasiones llega a ser irreparable. Pensad una cosa: si os llega un vídeo por WhatsApp de alguien que lo está pasando mal, ¿por qué nos reímos y lo compartimos?, ¿por qué no nos paramos a pensar por qué quien estaba allí prefirió grabar y no ayudar? Un libro que terminas roto y deseando que haya más personas como la mujer del dragón tatuado. Personas que no miran para otro lado y que intentan acaban con una lacra que, en la mayoría de los casos, se soluciona cambiando de centro escolar a la víctima y no al agresor. Depende de todos acabar con esto. Especialmente de padres que deben enseñar a sus hijos que nadie vale más que otro y de centros educativos que deben valorar si merece más la pena tener una reputación intachable o ser un centro de referencia por sus políticas de tolerancia cero con el acoso escolar.
hace 3 años