¿Cómo describir un tiempo y un lugar en el que un mismo individuo puede ser a la vez guitarrista de rock en un grupo de éxito, heroinómano, hispanista, grafómano, organizador de conciertos, periodista, rentista, activista político, motorista y además escribir un puñado de canciones que marcan a toda una generación? Sólo puede hacerse volviendo a usar la palabra «escritura» con todo el orgullo de la que ha sido vaciada en los últimos tiempos. Así, por estas páginas desfilan, desde 1980 hasta nuestros días, las ruinas de la modernidad, descritas por una voz cambiante y crítica que recomienda desconfiar tanto de los relatos institucionales como de la banalización de los símbolos de la Historia que supone cualquier ficción. Sabino Méndez –que ha encontrado en su propia biografía los materiales para emprender, a través de varios libros, una especie de investigación dialéctica sobre la singularidad del narrador literario– nos ofrece esta vez un vivaz abanico de trucos del oficio donde se mezclan las memorias musicales, la crónica política, el ensayo literario, la defensa personal, la reminiscencia, la parodia.