Eran los meses de invierno de 1946. Hanns Alexander –alemán, judío– se propone encontrar a Rudolf Höss, el Kommandant de Auschwitz y responsable de la muerte de más de dos millones de personas. Höss había huido a través de un continente en ruinas y se ocultaba bajo una nueva identidad. Era, además, el único hombre cuyo testimonio podía garantizar que se hiciera justicia en Núremberg y saliera a la luz toda la dimensión del Holocausto.
Rudolf Höss había nacido en una casa aislada de la Selva Negra en 1901, hijo de un padre fanático e intolerante, al que temía y despreciaba, y una madre distante que a menudo estaba enferma. Huérfano de padre a los trece años, su madre difícilmente podía asegurar la subsistencia de la familia, por lo que Rudolf se alista en la Cruz Roja cuando estalla la Primera Guerra Mundial, deseoso de servir a su patria. Es enviado al frente, donde cae herido dos veces, y al finalizar la contienda es condecorado por el Gobierno alemán.
Hanns Alexander había nacido en Berlín en 1917, hijo de uno los médicos más apreciados de su tiempo. Por el espacioso y elegante apartamento de los Alexander, situado en el corazón de la comunidad judía de la capital de Alemania, pasaban conocidos pacientes como Albert Einstein, Max Reinhardt, Richard Strauss o Marlene Dietrich. Pero al tiempo que la situación económica y social de los Alexander era cada vez más sólida, el nazismo se enraizaba en la sociedad alemana de los años treinta. Rudolf se alista a las SS y Hanns ve cómo su mundo se hunde.
A través de las vidas de ambos, este libro describe la historia de Alemania desde los años de la Primera Guerra Mundial hasta el horror de los campos de exterminio y la derrota del nazismo. Y saca a la luz por primera vez el apasionante relato de la captura de Höss.