Gaudencia, madre del alma es, en su conjunto, una elegía escrita a la persona que con mayor plenitud me ha amado en la vida. Artista nata que irradiaba luz por cada poro de la piel, y que jamás me abandonó por arduas que fueran las circunstancias. Una mujer absolutamente extraordinaria sin cuyo apoyo nada habría sido posible. No transcurre un solo día en que su imagen no se halle presente en mi pensamiento o no sienta la necesidad de su abrazo, sonrisa y esperanza desde esta orfandad umbría donde me dejó muy a su pesar, aquel durísimo día de invierno. Abuela, amiga, maestra, consejera, confidente, compañera perpetua, madre, ante todo, nadie merece más mi amor, mi reconocimiento y la gloria de la inmortalidad que este ángel en la Tierra que tanto nos dio tan altruistamente. Pedro José Pérez Rodríguez, 9 de octubre de 2012 A.D.