Takashi Sasaki, profesor de español jubilado, vivía con su mujer enferma a 25 kilómetros de la central nuclear Fukushima Daiichi, dentro del espacio incluido por el gobierno japonés en la «zona de exclusión». El 80% de los 30.000 habitantes de Minamisōma se vio obligado a abandonar sus casas. Sasaki se quedó ―junto a su mujer, Yoshiko― y decidió ofrecer al mundo testimonio directo de la tragedia. A modo de diario, Sasaki narra con naturalidad su día a día en una ciudad fantasma: los problemas de suministros, la desesperante actitud del gobierno, los quehaceres diarios, la sonrisa de su pequeña nieta Aiko, la solidaridad de quienes han decidido quedarse. Todo ello le obliga a plantearse problemas más profundos: qué es el patriotismo, la necesidad de ir a las raíces de los problemas, de aprovechar el terremoto para actuar de forma humana. Sasaki reflexiona con sorprendente optimismo sobre el mundo que surgirá tras las la tragedia, una esperanza que brota en forma de ciruelos florecidos y una naturaleza cuyos ritmos no se detienen.