Me llamaba la atención la portada y la edición del libro en sí, que me parecía preciosa; pero todo ello se queda corto ante lo que esconden sus páginas. Se trata del testimonio personal de una hija que a modo de homenaje y como una necesidad vital habla de su madre. Ya el inicio llama la atención, el paralelismo inconsciente que hace la cabecita de una niña de 10 años entre la caída del muro de Berlín y la tremenda depresión en la que “mamá” cae y por la que tiene que ser internada en un centro psiquiátrico.
El personaje central y sobre el que gira la novela es una mujer con una personalidad singular cuyas múltiples facetas son una bendición y un martirio para ella misma. “A mamá, ser una madre lo suficientemente buena no era algo que le saliese así como así.” Una madre que teniendo en cuenta su historia, su enfermedad, su pasado, podía reaccionar de manera imprevisible, destructiva, violenta, y también con amor desmedido (“El reverso de su ira no era la sobriedad, sino la veneración.”). No quiero entrar en detalles, pues vale la pena dejarse sorprender, pero Violaine Huisman, con gran profundidad psicológica, hace una magistral descripción de su madre (“una mujer cuya pasión por la vida ha sido tan grande que ningún obstáculo ha podido detenerla”), que resulta terriblemente humana y cercana, con sus claroscuros, brillos y sombras, su vida y relación con los demás.
El libro se divide en tres extensos capítulos, el primero más centrado en la figura de la madre en relación con sus hijas, el segundo en la madre y su vida desde la infancia, y el tercero es el desenlace propiamente dicho. Narrado en primera persona, afloran sentimientos intensos y la admiración y pasión de unas hijas por su progenitora, pero destacaría también lo realista y objetiva que resulta su lectura, tras la que se intuye un profundo e intenso análisis.
La historia en sí es muy interesante, además impresiona y fascina por igual, pero ello no quita mérito a la labor de la autora, cuya voz es muy potente, sin duda inspirada por el apasionamiento que le produce hablar sobre un ser querido. Su prosa me parece además bella y magistral, con un lenguaje rico y lírico, no me cansaría de copiar frases y fragmentos soberbios; las palabras fluyen y es una delicia de leer. Me ha sorprendido saber que esta es su primera novela.
Y como curiosidad, aparecen unas cuantas referencias literarias, pero leer en la parte final sobre Stefan Zweig (uno de mis autores fetiches) y uno de sus relatos, ha sido una sorpresa muy grata.
En resumen, una narración autobiográfica por momentos cruda y brutal, sobre una madre marcada por la desdicha desde la infancia y con todo tipo de trastornos del comportamiento, y probablemente un ejercicio de confesión por parte de la hija que escribe imprescindible para seguir adelante. Me ha encantado, en mi opinión es una pequeña e intensa obra que recomiendo fervientemente y que pasa a ser una de mis mejores lecturas del año.