¿Asesinar el Cómic? En 1930, Joan Miró proclamaba furioso que había que asesinar la Pintura. Max hace suya la proclama mironiana para aplicarla a la Historieta, procediendo a una demolición en toda regla del andamiaje visual preceptivo de los cómics: viñetas y recuadros, bocadillos y diálogos, fondos y detalles... En su furia, Max se carga incluso el Tema, sirviéndonos un slapstick desnudo y sin objeto.