Gracias a los Grandes Relatos que nos ofreció TVE aprendimos a sufrir junto a Kunta Kinte los avatares de la esclavitud en la América de los siglos XVIII y XIX; nos dieron una lección sobre el imperio romano, viendo las tropelías, maldades y maquinaciones de la pérfida Livia del Yo, Claudio de Robert Graves; pudimos contemplar el horror del holocausto nazi, con algunas de las imágenes más duras y terribles emitidas por televisión, disfrutamos con las aventuras de Ross Poldark y su amor imposible por Demelza, al tiempo que sufríamos con la muerte de la "mujercita" Beth March en la inolvidable adaptación del clásico de Louisa May Alcott; y odiábamos con todas nuestras fuerzas a uno de los mejores y más malévolos villanos del universo catódico: Anthony Falconetti, en la inolvidable Hombre rico, hombre pobre Lo cierto es que el drama y la tragedia estaban servidos en aquel espacio televisivo. Es el momento pues, de volver a saborearlos.