Me he despertado temprano porque tenía la ventana abierta y, en un local de la acera de enfrente, están de obras. He preparado café sin leche ni azúcar, y me he sentado en el salón a ver la televisión. Todavía estaba un poco dormido. No he debido de estar ni tres horas en la cama. A media mañana, después de poner la lavadora y fregar la cocina, me he sentado en mi escritorio, delante de un folio en blanco, y con un bolígrafo en la mano. Lo he intentado, lo he intentado, pero no consigo escribir una sinopsis adecuada para Elefante, a pesar de haberlo leído tantas y tantas veces. Es la historia de Pedro.