Un matrimonio en la cuarentena comienza a observar sustracciones en su domicilio que achacan a la empleada de hogar, a quien terminan despidiendo pese su palabra de ser inocente, provocando así también su despido en otras viviendas de la comunidad de vecinos en la que trabaja. Tiempo después, el padre comienza a espiar a su hijo adolescente y averigua que es víctima del acoso escolar que le lleva a robarles al ser extorsionado por un compañero, debiéndose a esto las sustracciones. Con el punto de partida de la necesidad humana de tener un chivo expiatorio a quien culpabilizar de aquello ante lo que no tenemos respuesta o solución, la novela avanza adentrándose en la manera con la que el miedo paraliza nuestra libertad de decidir. Miedo de los padres a la hora de enfrentarse al acosador de su hijo, miedo a que éste sea señalado en el colegio por chivato, a no ser creídos en comisaría ante una posible de denuncia, a lastrar el futuro del adolescente acosador si se insta a actuar contra él… Con un más que logrado objetivo de generar en el lector la sensación de agobio y opresión que experimentan los protagonistas, la atmósfera “El país del miedo” (cuya esencia se consigue transmitir en la portada de forma magistral) acaba provocando algo parecido a un zumbido permanente durante su lectura con la inevitable sensación de alivio al finalizarla. www.antoniocanogomez.wordpress.com
hace 2 años