Guiados por los textos de Fernando —es él mismo, su voz y letra, quien nos cuenta su andadura—, Jorge de Cascante y Helena de Llanos, su nieta, han seleccionado todo tipo de materiales que sirven al propósito último del libro: no solo recordar a uno de los más grandes, sino, sobre todo, dar eco a su relato y a los restos que ha dejado tras de sí. «En la imposibilidad de seguir el arte de todos, decidí seguir el mío», decía Fernán Gómez. Con cierta ironía, los demás no hemos podido dejar de seguir el suyo desde entonces. Su reivindicación no obedece a un ejercicio de nostalgia, sino a la intención de ayudarnos a afrontar la vida a través de una imaginación desbordante.