Al igual que su padre y su abuelo, Nicolás es un comerciante acomodado del centro de Beirut, donde regenta una reputada tienda de telas. Durante la guerra civil, pierde a sus padres y a su amante, Shamsa, la joven y atractiva sirvienta de origen kurdo. Poco después, el fuego arrasa el comercio familiar dejando intacto el sótano que sirve de almacén para las telas. Es allí donde Nicolás se refugia un día y donde decidirá vivir, rodeado de suntuosos brocados y terciopelos, cuya historia y variedades conoce como nadie. Esas telas le servirán para rememorar a las dos mujeres de su vida: su madre, fantástica e infiel, y Shamsa, digna descendiente de un pueblo insumiso con la que habría podido escapar a su siniestro destino… Los personajes de Huda Barakat evolucionan, en una ciudad que se descompone, arrastrándolos con ella hacia su extinción. Ellos deben desaparecer como la misma ciudad de Beirut, siete veces aniquilada a lo largo de su historia; desaparecer sin dejar huella para poder reescribir su propia vida, sus valores. Los suyos, caídos trágicamente en desuso, ya sólo les traen desgracias. Labradores de aguas, según la imagen fenicia, no surcan la tierra: sólo alcanzan a construir ruinas.