El estudio de la mente es también el estudio de quiénes somos. Todas las creaciones sublimes del ser humano —la literatura, la pintura, la escultura o la música—, y también todos nuestros sentimientos, pensamientos y decisiones, tienen lugar en el cerebro. Y desde él, desde esas neuronas que disparan chispazos químicos en medio de la ventisca, llegamos a nuestra vida cotidiana, a nuestras leyendas, a nuestros miedos ancestrales. En un ámbito como el de la Neurociencia, en el que los descubrimientos se suceden a un ritmo vertiginoso, es imperativo mirar hacia atrás para ver cuánto hemos avanzado, todo lo que hemos recorrido, y deducir así cuánto nos falta aún por descubrir, por saber. Es una historia característica de nuestra especie, llena de fracasos y de pasión, de risas y de miedo, de sueños y de dolor, de valientes y malvados, de lo mejor y de lo peor de los hombres; porque son en definitiva historias humanas, estas historias de la Neurociencia.