Rey de Macedonia tras el asesinato de Filipo II, el joven y audaz Alejandro dibujó el horizonte de su imperio en Asia y, en menos de diez años, conquistó la mitad del mundo entonces conocido. Soldado valeroso, hábil estratega y estadista, Alejandro fascinó a los pueblos que sometió y se convirtió en héroe de míticas epopeyas. Todavía hoy se le considera el estandarte de la expansión de la cultura griega.