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EL ESPEJO QUE HUYE PAPINI, GIOVANNI

Nota media 8 Muy bueno 4 votos 1 críticas

Resumen

Dice Jorge Luis Borges, autor de la recopilación y firme defensor del controvertido escritor italiano: "Sospecho que Papini ha sido inmerecidamente olvidado. Los cuentos de este libro proceden de una fecha en que el hombre se reclinaba en su melancolía y en sus crepúsculos, pero la melancolía y los crepúsculos no han cesado aunque ahora el arte los vista con disfraces distintos".

1 críticas de los lectores

9

Un prodigio de imaginación: eso ha sido Giovanni Papini. En cada uno de los relatos aquí recogidos, se puede apreciar la desbordante creatividad y nos deleitamos ante las situaciones tan extrañas, tan absurdas, que proponen estos cuentos. Pero sería injusto decir que la temática es exclusivamente fantástica; en cada uno de los relatos bulle la personalidad avasallante de Papini, claramente influído por el espíritu ardiente de Nietzsche, lo que aclararía su ulterior y lamentable adhesión al fascismo. Sus ideas, sus sentimientos, emergen con toda su grandeza para sorprendernos con relatos repletos de fantasía, humor, ironía, pesimismo y optimismo, en dosis generosas. Este hombre, de evidente carácter melancólico, recurre a una feroz y lacerante autocrítica en varias ocasiones; esto queda evidenciado en el cuento "Dos imágenes en un estanque" en donde el protagonista retorna al lugar de su adolescencia, junto a un estanque cubierto de hojas. En un determinado momento aparece junto a él, una persona: esta persona, es él mismo, pero representa a la imagen “salida” del estanque en el que tantas veces se había mirado, representa al "Yo" pasado, con todas sus ideas pasadas, su intereses pasados, sus ideales ingenuos, en comparación a las ideas del “Yo” presente; algo más frío, más escéptico y desapasionado, más experimentado. Lo que en un principio le parece divertido al “Yo” presente, es decir, el hecho de escuchar nuevamente de boca de él mismo, de un “Él” pasado, las pasiones que eclosionaban y florecían con facilidad, los pensamientos que borboteaban alegremente y con la fuerza de la juventud, con aquella inocencia, con aquella fe en las ideas y los sentimientos, termina por fastidiar, enervar al “Yo” presente, considerándose así mismo un insoportable portador de cándidas ideas, marchitas y rancias para su “entender” actual. Con el correr inexorable de los años, ya nada tenían en común, ya no eran la misma persona y es como si nunca lo hubiesen sido. Y me viene a la mente aquella frase de Heráclito que he aprendido de Borges, quién la repite tanto: "Ningún hombre puede bañarse dos veces en el mismo río". Es decir, que estamos en permanente cambio, que nada permanece igual, que el tiempo, esa concepción inasible, abstracta, fluye sin piedad, y que ese fluir nos transforma de alguna manera, cambia nuestros pensamientos, nuestros sentimientos, nos cambia esencialmente porque nada puede ser hoy, como lo era ayer, como lo será mañana. Nosotros cambiamos, el agua también. “Nadie puede bañarse dos veces en el mismo río”. Esto se da también en el relato "El hombre que no pudo ser emperador", que lamentablemente no se encuentra en esta antología y el cuál recomiendo fervorosamente. "La última visita del caballero enfermo" es una genialidad absoluta. Trata de un hombre que no es como todos nosotros; éste está hecho de la materia sutil e impalpable del sueño, y deambula por las calles como todos nosotros, e interactúa con la gente común. Pero este hombre está enfermo, o parece estarlo. Algún mal, alguna preocupación lo está matando. Y es que “un hombre lo está soñando”; y lo sueña con tanta intensidad que el hombre ha tomado forma, se ha materializado, corporizado, pero su existencia es frágil, y depende totalmente del soñador, pura y exclusivamente del soñador. Y sabe que su “vida” está atada a ese despertar tan temido, tan ansiado. Pero nada hay que pueda hacer para despertarlo, puesto que él es sólo una imagen, una creación de la mente del durmiente; él es sólo un sueño. "El espejo que huye", relato que da el título al libro, es grandioso. Resulta una genial crítica al hombre común, preocupado siempre por el mañana, por el futuro. El hoy, solo es un puente para el mañana, y mañana será otro puente para pasado mañana, y así siempre; siempre esperando el mañana, siempre tras los pasos del "espejo que huye"; el futuro de hoy es mañana, pero el futuro de mañana ya no será hoy, que será el pasado, sino que será pasado mañana. El futuro de pasado mañana será el día siguiente. Esta es la irrealidad que Papini sabiamente nos quiere enseñar. El futuro, en realidad no existe como tal, y solo representa una afiebrada imagen, una ilusión idiota y dañina para el hombre, que olvida el presente para dedicarse al futuro, al siempre fugaz e inasible futuro. El futuro es "El espejo que huye", un oasis, un espejismo, una falacia, y jamás podremos alcanzarlo. “Sin el espejo del futuro la realidad actual parecería torpe, sucia, insignificante. Sin el mañana que permite esperar los desquites, las victorias, las ascensiones, las promociones y los aumentos, las conquistas y los olvidos, los hombres no consentirían más en seguir viviendo. Sin el lejano perfume del mañana no querrían comer el negro pan del hoy.” “...todo el presente era sacrificado por ellos en pos de un futuro, que a su vez se volvería presente y sería sacrificado a su vez por otro futuro y así hasta el último presente, hasta la muerte.”

hace 7 años