Escrita en 1932, esta novela trata del tema eterno de la emigración, en este caso la de los húngaros que marcharon a la tierra de promisión que fue Estados Unidos durante el periodo de entreguerras. Aquí, el protagonista nos narra -en una suerte de autobiografía- su andadura por el Nuevo Mundo, desde su inadaptación inicial y su posterior éxito profesional, pasando por el descubrimiento de la modernidad, hasta sus amores; pero sobre todo da cuenta de cómo va perdiendo poco a poco su alma húngara, hasta el extremo de plantearse si ha valido la pena o no el sacrificio. Y es que no en vano el adagio «Extra Hungariam nulla sallus» deja claro que para un húngaro no hay salvación posible fuera de la patria magyar, que, por cierto, es más que una mera geografía: es una civilización. Debe reseñarse que el propio autor emigraría en 1947 a Estados Unidos, y allí permaneció muchos años. Con ésta, Lajos Zilahy firmó otra de sus obras de tema universal.