Cuando en 1931 Alfonso XIII abandonó nuestro país y quedó proclamada la Segunda República, España era un país atávico, anclado en el Antiguo Régimen, lastrado en un profundo atraso respecto al resto de Europa. La mujer estaba considerada según los patrones católicos de toda la vida. No tenía derecho al voto, ni protección labora. A ojos de la sociedad no existía más que como sumisa esposa. Al proclamarese la República, las mujeres vieron llegada la oportunidad de reivindicar sus derechos y hacerlos constar en la nueva Constitución: dercho al voto, divorcio, ley del aborto, etc. En este sentido, la Constitución de 1931 fue la más avanzada de su tiempo.