Han transcurrido algunos meses desde el tiroteo que dejó al mafioso Bull O’Kane con dos balas en el cuerpo. Aún postrado y consumido por sus heridas, decide contratar a un asesino a sueldo, conocido como el Viajero, para que acabe con los testigos de aquella jornada que tanto le avergüenza. El reguero de sangre no hace más que crecer y el inspector Jack Lennon poco puede hacer para ponerle fin, dada la sospechosa apatía que de repente afecta a sus superiores. Mientras los cadáveres comienzan a amontonarse en Irlanda del Norte, el antiguo pistolero del IRA Gerry Fegan se esconde con nombre falso entre los rascacielos de Nueva York. Pero el pasado no tarda en llamar a su puerta y una pesadilla recurrente, en la que ve a una niña atrapada en medio de un incendio, le obliga a regresar a casa, donde pronto encontrará un sorprendente aliado. En esta impactante secuela de Los fantasmas de Belfast, Stuart Neville vuelve a demostrarnos que, en lo que a Irlanda del Norte se refiere, la palabra “paz” es poco más que un eufemismo. Terrorismo, actividades mafiosas y oscuros intereses políticos son el pan de cada día en un país donde tener conciencia no sirve de nada si uno no lleva también una pistola en el bolsillo.