Resumen

En 1957, escribe Octavio Paz, hice algunas traducciones de breves textos de clásicos chinos. El formidable obstáculo de la lengua no me detuvo y, sin respeto por la filología, traduje del inglés y del francés. Me pareció que esos textos debían traducirse al español no sólo por su belleza sino también porque cada uno de ellos destila, por decirlo así, sabiduría.