Entre 1920 y 1922, Kafka mantuvo con la periodista Milena Jesenska una correspondencia amorosa que ha llegado a nosotros con la misma frescura que inspiró cada misiva. En las cartas se aprecia la pasión pero también la cautela, a la que cada amante llega sabedor de que aquello terminará pronto. Kafka moriría en 1924, ella aún viviría veinte años más. Estos dos años de pasión en los que hubo pocos encuentros, las cartas fueron su salvación. Actos cotidianos, pensamientos íntimos, intercambios literarios, gustos comunes. El amor los une inevitablemente, pero el dolor y la queja también están presentes, de una manera tan constante como el amor que va creciendo. Es hermoso, aunque también sonrojante, asistir de este modo a la intimidad de los amantes. El que quiera conocer más sobre la vida del autor de La metamorfosis y de su personalidad, este es un libro de lectura obligatoria. (Elsa Veiga, 28 de marzo de 2016)
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